Tercera sección: Concilio de Jerusalem del año 50 después de Cristo: Después de haber confirmado la vigencia de los Mandamientos de Dios, según la Primera sección de esta lección, titulada Leyes y Mandamientos. Habiendo deliberado además, acerca de la Segunda sección, relacionada con las leyes que, debido a las circunstancias han dejado de tener efecto según los dictámenes del Antiguo Pacto, tomaremos en consideración la Tercera y última sección respectiva a nuestro tema, basados en el decreto apostólico emitido en Hechos capítulo 15.
Según el doctor Mario Javier Sabán, historiador e investigador judío, para ese tiempo el judaísmo aceptaba a los gentiles en las sinagogas, sin la circuncisión y sin la observancia de la ley de Moisés. Porque Dios les había conferido a los judíos las Sagradas Escrituras y su interpretación, y los sabios entre ellos habían concebido lo mismo que mantienen los más radicales hasta el día de hoy, que la observancia de la ley que les fue dada por Dios mediante el pacto del Sinaí, era solo para el pueblo hebreo. Que a los gentiles como descendientes de Noé, solo se les exigía observar los preceptos que Dios le dio al Patriarca y a sus hijos, para ellos y para todos sus descendientes, para quienes está reservado un lugar en el mundo venidero o en la vida eterna, si observan fielmente tales preceptos, según se registra en los escritos judíos desde antes del siglo primero de nuestra era. Así lo concebía también el judaísmo rabínico de ese tiempo. Y por lógica se asume, que Jesucristo mismo como Rabino por excelencia y como nuestro Redentor, estaba plenamente consciente de ello y de que, su sacrificio expiatorio constituiría el sello para su salvación, así como para los observadores de las demás enseñanzas de la Torah. Por eso se expresó diciendo: También tengo otras ovejas que no son de este redil; aquéllas también debo traer, y oirán mi voz; y habrá un rebaño, y un pastor. 51Juan capítulo 10: versículo 16). Por lo cual, habiendo consumado su obra expiatoria, antes de ascender al cielo ordenó a sus discípulos ir por todo el mundo y predicar el evangelio a toda criatura. Y habiéndose sentado a la diestra de Dios, procedió a ejecutar el designio eterno del Padre referente a los gentiles como descendientes de Noé. Por eso, intervino a través del Espíritu Santo para enviar a Felipe a enseñar al eunuco etíope, a quien después de haberlo adoctrinado lo bautizó en agua aceptándolo como un integrante de la congregación de los creyentes en el Mesías. Por eso también, visitó a Cornelio el centurión romano con la revelación conocida, y le mostró a Pedro, la visión del lienzo para indicarle analógicamente, que todos los seres humanos tienen derecho a la salvación, con solo acogerse a las observancias que ya habían sido decretadas para ellos desde Noé. Tal como se asume que lo había hecho Cornelio (el hombre temeroso de Dios), por eso el Espíritu le dijo a Pedro que no temiera ir con los emisarios de Cornelio, porque Él los había enviado. Y para confirmar todo lo dicho, derramó la promesa del Espíritu santo sobre todos los que oían el sermón. Evidentemente, con este acontecimiento el Señor abrió una puerta para los gentiles, que nadie ha podido, ni podrá cerrar jamás.
Por lo cual, Saulo de Tarso, reconocido Rabino judío, escogido por Jesucristo para llevar el evangelio a los gentiles entre otros, según 51Hechos capítulo 9: versículo 15, con pleno conocimiento de todas las leyes y de las concepciones del judaísmo, bautizaba a los gentiles convertidos a Dios por la fe en Jesucristo, sin la circuncisión, y sin la imposición de la observancia de la ley de Moisés. Pero debido a la intromisión de algunos fariseos radicales de Judea, que se habían convertido, y se oponían a la acción tomada por Pablo, exponían que, era menester circuncidarlos y mandarlos que guardaran la ley de Moisés, tal como se refleja en el versículo 5 del contexto. Por lo cual, se decidió consultar a los demás apóstoles acerca del asunto. Todo ello, dio lugar al Concilio de referencia, según el relato de 51Hechos capítulo 15: versículos 19 al 29, donde se emitió un decreto amparado bajo el mismo principio del concepto de los sabios judíos, aunque con algunas variantes basadas en las indicaciones del Espíritu Santo. Donde Jacobo el hermano del Señor, declaró públicamente en el Concilio, según los versículos 19 al 21: Por lo cual yo juzgo, que los que de los Gentiles se convierten a Dios, no han de ser inquietados; sino escribirles que se aparten de las contaminaciones de los ídolos, y de fornicación, y de ahogado, y de sangre.
Aunque en esta declaración solo se reflejan cuatro de los siete preceptos que los judíos han entendido que le fueron dados a Noé, lo cierto es que, Pablo y otros de ellos se encargaron de instruirlos posteriormente a través de sus epístolas, acerca de la observancia de los demás aspectos no mencionados en el decreto apostólico. Aunque lógicamente, solo hicieron énfasis en el aspecto interno de la ley como los principios morales. Como ejemplo de ello véase 51Colosenses capítulo 3: versículos 5 al 14; 51Gálatas capítulo 5: versículos 19 al 22 y 51Primera de Corintios capítulo 6: versículos 9 al 11. Sin embargo, el aspecto externo de la ley, como la observancia del sábado, la ley de salubridad alimenticia y otras, son prácticas visibles en las cuales ellos mismos como judíos les daban ejemplo mediante su obediencia. Y por los detalles de la historia, sabemos que la mayoría, si no todos, siguieron su ejemplo, aunque no fuera una demanda prescrita para los gentiles en el decreto de referencia. Por cuanto, ellos entendieron que, si Dios demandó tales prácticas de los hebreos como su pueblo escogido, es porque su observancia es parte de su satisfacción y complacencia divina. Por lo cual, mi más encarecida sugerencia para el lector, consiste en un llamado a la reflexión acerca de este relevante concepto y a ponerlo en práctica mediante la observancia de estos mandamientos divinos.
Algunos creyentes, sin embargo, se mantienen sumidos en la idea de que, el decreto apostólico se emitió solo como un inicio para los gentiles recién convertidos, no como un concepto al que se pudieran acoger con carácter definitivo. No obstante, mi noble objetivo mediante la exposición de dichos temas en este tratado, es demostrarle al lector mediante un estudio bien detallado, que estos mantienen el efecto de su vigencia de manera absoluta, no solo para el pueblo hebreo, sino además, para todo creyente que pueda interesarse en su observancia por amor y complacencia a nuestro Divino Creador.
Para su propio convencimiento acerca de este tema, obtenga detalles reveladores expuestos por el autor, con relación al fundamento doctrinal de su Iglesia en sus inicios. Para ello vea Resumen concluyente.
Para ver detalles acerca de las siete leyes noájidas en Wikipedia, la enciclopedia libre, solo toque este enlace. Si desea verlas en un mejor formato, toque este enlace.
Escuche al doctor Mario Javier Sabán con el tema de los saduceos, fariseos, esenios, Hilel y Shamai. Para ello solo toque este enlace. Sugiero escucharlo hasta la escala 34:00 del video.
Escúchelo, además, con el tema del judaísmo de Pablo, donde aborda los detalles relacionados con el Concilio de Jerusalem. Para ello, solo toque este enlace. Sugiero escucharlo a partir de la escala 31:00 del video.
Si usted es un creyente estudioso y le interesa este tema, le sugiero escuchar una importante conferencia ofrecida igualmente por el doctor Mario Javier Sabán, que corrobora con mayor claridad los detalles en cuestión, incluyendo un valioso dato referente a Ignacio de Antioquía. Para ello solo toque este enlace. Aclaro que la conferencia tiene una duración de dos horas, por lo que sugiero escucharla en fracciones y en repetidas ocasiones para su mejor comprensión.
Es muy importante que el lector entienda, que el historiador es un judío no cristiano. Y aunque conoce muy bien la teología del judaísmo, evidentemente no entiende mucho de la teología cristiana. Sin embargo, como investigador, su conocimiento del contexto histórico y cultural del cristianismo, nos aporta los datos que nosotros necesitamos para un mejor entendimiento de la verdad acerca del tema en cuestión.