DIVERSIONES MUNDANALES
DIVERSIONES MUNDANALES
Al tratar acerca de este tema, como dijera en el caso anterior, no lo hago de ninguna manera con la pretensión de juzgar a las personas que practican las diversiones mundanales, porque el propósito de la santa doctrina no es el de juzgar a las almas, sino el de mostrarles el sendero de la salvación y la vida eterna. Mi noble propósito es más bien, que nuestros lectores conozcan las razones por las cuales los creyentes fieles debemos abstenernos de compartir con tales medios de diversión.
Al iniciar nuestro estudio debo aclarar que, en las Escrituras del Nuevo Testamento, se usa frecuentemente el término mundo como una referencia a los pecadores en sus costumbres y su reprobada conducta.
Al hacer referencia a las diversiones mundanales, quiero especificar también, que toda práctica o deseos impuros propios del mundo, son reprobados por la Palabra de Dios, y el creyente fiel y verdadero debe estar completamente apartado de esas cosas y de todo tipo de relación que pueda comprometerlo a compartir con el mundo en su obstinación a una vida desenfrenada, con relación al pecado. Consideremos lo que nos dicen las Sagradas Escrituras:
51Tito capítulo 2: versículo 12: "Enseñándonos que, renunciando a la impiedad y a los deseos mundanos, vivamos en este siglo templada, y justa, y píamente."
51Santiago capítulo 1: versículo 27: "La religión pura y sin mácula delante de Dios y Padre es esta: Visitar los huérfanos y las viudas en sus tribulaciones, y guardarse sin mancha de este mundo."
51Santiago capítulo 4: versículo 4: "Adúlteros y adúlteras, ¿no sabéis que la amistad del mundo es enemistad con Dios? Cualquiera pues que quisiere ser amigo del mundo, se constituye enemigo de Dios."
El apóstol Pedro nos declara en su segunda epístola, según 51Segunda de Pedro capítulo 1: versículo 4, acerca de las preciosas y grandísimas promesas que nos son dadas, para que por ellas fuésemos hechos participantes de la naturaleza divina, habiendo huido de la corrupción que está en el mundo por concupiscencia.
Así también, el apóstol Juan, según 51Primera de Juan capítulo 2: versículos 14 y 15 se dirige a los padres en su epístola, diciéndoles: Os he escrito a vosotros, padres, porque habéis conocido al que es desde el principio. También se dirige a los jóvenes: Os he escrito a vosotros, mancebos, porque sois fuertes, y la palabra de Dios mora en vosotros, y habéis vencido al maligno. No améis al mundo, ni las cosas que están en el mundo. Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él.
Esto no quiere decir de ninguna manera, que el practicante de la fe en Yeshúa no tenga derecho a divertirse de una forma sana, participando de ciertos festejos, recreos y entretenimientos.
Es indiscutible que las diversiones son un medio a través del cual las personas logran disipar sus penas y sentirse alegres, alcanzando así cierto grado de felicidad temporal.
La felicidad es una exigencia del alma, un requerimiento de la mente humana, una necesidad de cada persona. Esto se debe, según estudios de la teología, a que el ser humano fue creado para ser feliz, no para la desgracia y el sufrimiento. La mayor evidencia que tenemos de ello consiste, en que toda persona tiene por intuición propia, una tendencia constante a la búsqueda de la felicidad. La felicidad que perdió la raza humana a partir del momento en que el hombre pecó contra Dios, nuestro Creador. Él es la fuente de donde emana la felicidad verdadera. Esta felicidad puede ser alcanzada por los seres humanos según sean sus relaciones con Dios.
Debido a estas razones, el creyente en Yeshúa que ha entendido estas cosas y las ha experimentado encuentra esa felicidad, mediante una comunicación íntima y personal con Dios, en oración, la adoración y la alabanza a su Creador; con una vida rendida en obediencia y santidad a Dios, la cual le proporciona la felicidad necesaria para esta vida temporal y una felicidad perfecta y eterna en el reino de los cielos.
Ahora bien, el pecador impenitente no conoce estas cosas, ni las puede experimentar, por cuanto es rebelde y desleal a los principios de la voluntad divina. Por tal razón, ellos tratan de encontrar esa felicidad a través de otros medios: asistiendo a fiestas, bailes, cabarets, cines, teatros, playas públicas, etc. El mal del asunto consiste en que, en la mayoría de los casos, el manejo de los vicios y de otras actividades moralmente desordenadas y pecaminosas, tienen una intervención directa y prominente en relación con tales medios de diversión.
Debiera aceptarse que, cualquier festejo puede ser lícito y gozar de la aprobación de Dios, siempre que no haya la intervención de actividades reprobadas según su Santa Palabra. De esta manera, suelen los creyentes fieles celebrar sus festejos.
La Santa Biblia hace referencia a hombres y mujeres santos, que practicaban la danza como un medio de adoración a nuestro Creador, pero lo hacían en una forma reverente y ordenada, con todo el cuidado de no ofenderlo.
El baile mundano, sin embargo, incluye características impugnantes a los principios de la voluntad de Dios debido a que, por lo general, en el mismo se practican actividades indecentes que forman parte de una conducta que Él aborrece. Y cuando más ordenado llegara a ser su carácter, siempre se producen entre hombres y mujeres, acercamientos demasiado tentadores que, según la experiencia, muchos de los casos suelen tener su fin en el pecado del adulterio o la fornicación. Prácticas inmorales, acerca de las cuales ya hemos visto en capítulos anteriores, los funestos resultados que han traído a la humanidad a través de toda su historia, y sabemos, además, la grave sentencia que espera a todos aquellos que las practiquen de manera deliberada.
Así también el cabaret y las discotecas son centros de diversión profanos, donde los actos de inmoralidad son mucho más graves que en las fiestas públicas o familiares.
El cine y el teatro: Estos suelen representar en ocasiones medios de distracción sanos, algunos de carácter instructivo. Sin embargo, por lo general sus presentaciones constituyen una amenaza de destrucción a la moral y los buenos principios de la humanidad. En ellos se perciben constantemente actividades criminales como el homicidio, el hurto, el adulterio, la fornicación, la violencia, el engaño, la traición, el odio y la venganza. Es evidente que estas representaciones ejercen una influencia contagiosa en la mente de la mayoría de sus espectadores, que los incita a ponerlas en práctica en su vida personal. Esto afecta principalmente a los niños y adolescentes, inclinándolos hacia el destino del fracaso definitivo. Es indiscutible, además, aunque a muchos no les preocupe, que esta situación afecta tanto a los espectadores del cine público como a los del cine del hogar presentado a través de la televisión.
Son verdaderamente preocupantes los datos proporcionados por los medios televisivos de los Estados Unidos de América en la década de los años noventa. Los resultados de una auténtica investigación revelaron que el comportamiento violento de tres de cada cuatro norteamericanos, se debía a los efectos negativos producidos por la televisión.
Playas públicas: Las playas, ríos y lagos están comprendidos entre las maravillas de las creaciones de Dios. Su uso para el recreo físico y mental de sus criaturas es de un valor muy apreciado. Pero lamentablemente, los pecadores los han convertido en centros de expectación de la desvergüenza y la inmoralidad, por la tendencia del nudismo y el uso extremadamente deshonesto del vestuario.
El mundo no se conforma con el sano deleite que le pueda proporcionar el lugar en sí, ellos demandan de esa práctica libertina, en la que se deleitan deliberadamente mediante la codicia del sexo opuesto y la exhibición de una conducta depravada que los guía a la perdición definitiva.
Acerca de este pervertido comportamiento del ser humano, nuestro Señor Yeshúa hizo una radical advertencia, tal como lo expresa el siguiente pasaje bíblico:
51Mateo capítulo 5: versículo 28: "Mas yo os digo, que cualquiera que mira a una mujer para codiciarla, ya adulteró con ella en su corazón."
El mundo disfruta estos extremos de su comportamiento, pero el creyente verdadero no tiene parte ni suerte en esos deleites profanos de las diversiones mundanales. El creyente fiel debe mantenerse libre de todas esas ataduras, considerando lo que dicen las Sagradas Escrituras acerca de nuestra elección, según la declaración emitida por el apóstol Pedro en 51Primera de Pedro capítulo 2: versículo 9, donde expone: "Mas vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, gente santa, pueblo adquirido, para que anunciéis las virtudes de aquel que os ha llamado de las tinieblas a su luz admirable."