Resumen concluyente

Decreto Apostólico: Resumen concluyente


Sabemos que algunos creyentes se mantienen sumidos en la idea de que, el decreto apostólico se emitió solo como un inicio para los gentiles recién convertidos, no como un concepto al que se pudieran acoger con carácter definitivo.


Para poder lograr un análisis razonable acerca del tema, el primer detalle que necesitamos tomar en cuenta en este caso, es la causa que promovió la necesidad del Concilio de Jerusalem en el año 50 de nuestra era donde se emitió dicho decreto. Para ello veamos lo que nos dice en Hechos capítulo 15: versículos 1 y 2:


1Entonces algunos que venían de Judea enseñaban a los hermanos: Que si no os circuncidáis conforme al rito de Moisés, no podéis ser salvos.


2Así que, suscitada una disensión y contienda no pequeña á Pablo y á Bernabé contra ellos, determinaron que subiesen Pablo y Bernabé á Jerusalem, y algunos otros de ellos, á los apóstoles y a los ancianos, sobre esta cuestión.


Ahora bien, ¿qué sucede con esto, por qué estos creyentes judíos se manifestaban con tales conceptos? Ya sabemos, según lo expuesto en nuestro estudio del tema, que en el judaísmo se aceptaba a los gentiles en las sinagogas sin la circuncisión y sin guardar la ley de Moisés, sino solo con la observancia de las siete leyes noájidas, y se creía que para ellos había un lugar en el mundo venidero; o sea, que así como para nuestro Patriarca, para ellos también había salvación como descendientes suyos. Porque así lo habían concebido los sabios judíos desde el siglo segundo antes de Cristo y así lo creía el judaísmo rabínico del siglo primero, y lógicamente, el Mesías mismo como Rabino por excelencia, estaba plenamente consciente de ello y de que su sacrificio expiatorio constituiría el sello para su salvación, así como para los observadores de las demás enseñanzas de la Torah. Por lo cual, habiendo consumado su obra expiatoria, para darle cumplimiento a la profecía citada por Jacobo en los versículos 15 al 17 del relato, a su debido tiempo envió a Felipe, a través del Espíritu Santo a enseñar al eunuco etíope a quien después de haberlo adoctrinado lo bautizó en agua aceptándolo como un integrante de la congregación de los creyentes en el Mesías. Por eso también visitó a Cornelio el centurión romano con la revelación conocida, y le reveló a Pedro, la visión del lienzo para mostrarle analógicamente, que todos los seres humanos tenían derecho a la salvación si se acogían a las observancias que ya habían sido decretadas para ellos, así como lo había hecho Cornelio, (el hombre temeroso de Dios), por eso el Espíritu le dijo a Pedro que no temiera ir con los emisarios de Cornelio, porque Él los había enviado. Y para confirmar todo lo dicho, derramó la promesa del Espíritu santo sobre todos los que oían el sermón. Por lo cual, Pedro, plenamente consciente de la misión que le había sido encomendada, no dudó en bautizarlos y aceptarlos en la congregación de los seguidores del Mesías como lo había hecho Felipe con el eunuco. Por eso, el apóstol Pablo, como Rabino reconocido, de un profundo conocimiento, escogido por el Mesías en su revelación del camino a Damasco, con pleno conocimiento de todas las leyes y de las concepciones del judaísmo, bautizaba a los gentiles convertidos por la fe en el Mesías, sin la circuncisión y sin la observancia de la ley de Moisés. Pero como siempre, entre ellos había fariseos radicales o ultraortodoxos que habían creído en el Mesías, pero no aceptaban estas disposiciones y por eso, protestaban como lo hicieron aun cuando Pablo se reunió con los apóstoles para tratar el asunto, según lo declara el contexto en el versículo 5 diciendo: Mas algunos de la secta de los Fariseos, que habían creído, se levantaron diciendo: Que es menester circuncidarlos, y mandarles que guarden la ley de Moisés.


Sin embargo, después de una gran discusión y de las razones dadas por el apóstol Pedro, se llegó a una conclusión unánime; por lo que, Jacobo el hermano del Señor, declaró públicamente en el Concilio, según los versículos 19 al 21: Por lo cual yo juzgo, que los que de los Gentiles se convierten a Dios, no han de ser inquietados; Sino escribirles que se aparten de las contaminaciones de los ídolos, y de fornicación, y de ahogado, y de sangre. Porque Moisés desde los tiempos antiguos tiene en cada ciudad quien le predique en las sinagogas, donde es leído cada sábado. El versículo 28 de relato le pone el sello al decreto, al declarar que, tal determinación había parecido bien al Espíritu Santo y a ellos.


Esto deja claro, que a ellos no se les exigía circuncidarse ni guardar la ley del Pacto Sinaítico o ley de Moisés. Porque el pacto del Sinaí fue con los descendientes de Sem, como pueblo escogido suyo a partir de su llamamiento y sus promesas hechas a Abraham; mientras que los gentiles, compuestos por el resto de la humanidad, somos descendientes de Noé por la línea de Can y Jafet, incluyendo algunos de los descendientes de Sem que no fueron comprendidos en la promesas hechas a Abraham, los cuales, según el concepto de judaísmo rabínico registrado en los escritos de los sabios judíos, desde el siglo segundo antes de nuestra era, como lo expusiera inicialmente, solo necesitamos observar los siete preceptos que observó Noé, para tener derecho a un lugar en el mundo venidero o en la vida eterna, tal como lo tiene asegurado nuestro Patriarca.


¿Cree usted que después de tan grande debate y de todos los detalles que recoge el capítulo 15 del libro de los Hechos, ellos iban a decretar una resolución de carácter temporal a la que los gentiles no se podrían acoger en forma definitiva para poder ser salvos? En todo caso no hubiera sido necesaria la emisión de tal decreto, sino haber aceptado la imposición de la circuncisión y de la observancia de la ley de Moisés como lo concebían los fariseos de referencia.


Entonces, ¿no estaban ellos obligados a cumplir con otros mandamientos relacionados con la conducta social, como el homicidio, el hurto, el falso testimonio y otros? Claro que sí, porque, aunque estos no fueron mencionados en el Decreto, sin embargo, están incluidos en las siete leyes de Noé. por lo cual, los apóstoles de la Iglesia se encargaron de instruirlos acerca de ellos, a través de sus epístolas.


Aunque los Rabinos exigían la observancia absoluta de la ley para poderlos bautizar, los apóstoles, sin embargo, les aplicaban el bautismo como una determinación de Dios, dirigida por su Espíritu Santo, sin ponerles obstáculos ni restricciones y dejándolos en plena libertad de escuchar las enseñanzas de la ley de Moisés cada sábado en las sinagogas, para los que quisieran acogerse a ella libremente. Además de las enseñanzas y el ejemplo de los apóstoles. Por lo cual, el relato histórico, declara que ellos se acogieron aun a la observancia del sábado, la ley de salubridad alimenticia y otras, dadas en el pacto sinaítico, incluyendo la observancia de las festividades judeocristianas, pero en este caso, por amor y complacencia a nuestro divino Creador, no porque fuera una exigencia intimada para ellos. No obstante, según los detalles de la historia, aportados por el doctor Mario Javier Sabán, historiador e investigador judío, a partir de la primera mitad del siglo segundo, la situación de las iglesia dela parte occidental del Imperio comenzó a verse afectada bajo el liderazgo de San Aniceto, como obispo de Roma (155 al 166 d. C.), por cuanto, se estableció un cambio de fecha para la celebración de la Pascua para que no coincidiera con la Pascua Judía, además, cambiaron sus servicios de adoración para el domingo, y tuvieron la tendencia de hacer dejación de la observancia del sábado. Después de él, Eleuterio I (175 al 189 d. C.), le dio un sentido simbólico a la ley de salubridad alimenticia. Aunque las iglesias de la parte oriental, no aceptaron ninguna de estas decisiones. Pero finalmente, Víctor Primero 189 al 199 d C., comenzó a excomulgar a los cristianos de todo el Imperio, que siguieran celebrando la Pascua en la misma fecha que los judíos. Así, consecuentemente, la iglesia gentil llegó a apartarse de aquellas observancias que habían guardado los primeros gentiles convertidos, aunque no fuera una exigencia descrita para ellos en el decreto referido.


Lo cierto es que, así como aquellos primeros convertidos siguieron tales enseñanzas, también algunos de nosotros las hemos seguido hasta los días actuales, como lo hizo el fundador de la Iglesia que he integrado por más de 50 años; quien recibió el llamamiento divino habiendo sido instruido por un misionero cristiano llamado George Smit, quien le ministró la sanidad divina, a causa de una severa desviación en su columna vertebral, y nuestro Fundador recibió la salud completamente. Además, oró por él y recibió la promesa del bautismo en el Espíritu Santo instantáneamente. Todo ello sin haberle enseñado nada en relación con la observancia del sábado ni de la ley de salubridad alimenticia. No obstante, al ser instruido posteriormente por alguien cercano y observador de tales mandamientos, él los aceptó, los puso en práctica con sus seguidores y nos transmitió esas maravillosas enseñanzas. Reitero: por amor y complacencia a nuestro Divino Creador. No porque sea una demanda intimada para los gentiles en el decreto apostólico. Además, desde sus inicios hasta la actualidad, Nuestra Iglesia se ha deleitado hasta la sublimidad en las alabanzas a Dios, a través de las composiciones de esos creyentes que no observan tales mandamientos como nosotros. ¿Será que aún creamos que para ellos no hay salvación porque no observan todos los conceptos doctrinales que nosotros observamos? ¿Tú quién eres que juzgas al siervo ajeno? para su señor está en pie, o cae: mas se afirmará; que poderoso es el Señor para afirmarle. (Romanos capítulo 14: versículo 4).


Por favor, enseñe la verdad de la santa doctrina sin aferramiento ni imposiciones, sino haciendo un llamado a las almas a la observancia de los conceptos que usted ha abrazado por amor a nuestro Creador, convenciéndolos así de la realidad innegable: de que, si Él demandó tales prácticas de los hebreos o descendientes de Sem, como su pueblo escogido, es porque las mismas son de su agrado y complacencia divina. Así podrá ganar muchas almas para el Reino de Dios.
 
Dios lo bendiga !!!