LA PRÁCTICA DEL PERDÓN UNA EXIGENCIA DIVINA
LA PRÁCTICA DEL PERDÓN, UNA EXIGENCIA DIVINA
Debido a que en capítulos anteriores consideramos el tema del perdón de Dios para los pecadores, mediante la obra redentora de Yeshúa el Mesías, en esta ocasión nuestro objetivo primordial será tratar acerca del perdón que Él demanda de nosotros para con nuestros semejantes. No obstante, haré referencia a ciertos pasajes de las Sagradas Escrituras que declaran que nuestro Creador es un Dios de perdón. Veamos al respecto la expresión del mismo Señor, según el pasaje siguiente:
51Éxodo capítulo 34: versículos 6 y 7: "Y pasando Jehová [el Señor] por delante de él, proclamó: Jehová, Jehová, [el Señor] fuerte, misericordioso, y piadoso; tardo para la ira, y grande en benignidad y verdad; 7Que guarda la misericordia en millares, que perdona la iniquidad,la rebelión, y el pecado, y que de ningún modo justificará al malvado"...
Reflexionemos ahora sobre las palabras del profeta Daniel:
51Daniel capítulo 9: versículo 9: "De Jehová nuestro Dios es el tener misericordia, y el perdonar, aunque contra él nos hemos rebelado."
La demostración más palpable del perdón de Dios para el género humano se deja ver a través de la obra redentora por medio de nuestro glorioso Mesías. Consideremos el siguiente pasaje de las Escrituras:
51Colosenses capítulo 2: versículo 13: "Y a vosotros, estando muertos en pecados y en la incircuncisión de vuestra carne, os vivificó juntamente con él, perdonándoos todos los pecados."
Ahora bien, Dios nos exige que de la misma manera que Él nos perdonó y nos perdona cada vez que pecamos, si nos arrepentimos, también nosotros nos perdonemos los unos a los otros. Este concepto está bien especificado en la enseñanza de la oración modelo, mejor conocida como “el Padre Nuestro” y en otras instrucciones de las Sagradas Escrituras. Al respecto veamos lo que dicen los pasajes siguientes:
51Mateo capítulo 6: versículos 9, 11 y 12: "Vosotros pues, oraréis así: Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre. 11Danos hoy nuestro pan cotidiano. 12Y perdónanos nuestras deudas, como también nosotros perdonamos a nuestros deudores."
51Mateo capítulo 6: versículos 14 y 15: "Porque si perdonareis a los hombres sus ofensas, os perdonará también a vosotros vuestro Padre celestial. 15Mas si no perdonareis a los hombres sus ofensas, tampoco vuestro Padre os perdonará vuestras ofensas."
En la narración de Mateo, según 51Mateo capítulo 18: versículos 21 al 35 dice la Escritura que llegándose Pedro le dijo: Señor, ¿cuántas veces perdonaré a mi hermano que pecare contra mí? ¿hasta siete? Y Jesús [Yeshúa] le dijo: No te digo hasta siete, mas aun hasta setenta veces siete. Por lo cual, el reino de los cielos es semejante a un hombre rey, que quiso hacer cuentas con sus siervos. Y comenzando a hacer cuentas, le fue presentado uno que le debía diez mil talentos. Mas a éste, no pudiendo pagar, mandó su señor venderle, y a su mujer e hijos, con todo lo que tenía, y que se le pagase. Entonces aquel siervo, postrado, le adoraba, diciendo: Señor, ten paciencia conmigo, y yo te lo pagaré todo. El señor, movido a misericordia de aquel siervo, le soltó y le perdonó la deuda. Y saliendo aquel siervo, halló a uno de sus consiervos, que le debía cien denarios; y dice que, trabando de él, le ahogaba, diciendo: Págame lo que debes. Entonces su consiervo, postrándose a sus pies, le rogaba diciendo: Ten paciencia conmigo, y yo te lo pagaré todo. Mas él no quiso; sino fue, y le echó en la cárcel hasta que pagase la deuda. Y viendo sus consiervos lo que pasaba, se entristecieron mucho, y viniendo, declararon a su señor todo lo que había pasado. Entonces llamándole su señor, le dice: Siervo malvado, toda aquella deuda te perdoné, porque me rogaste: ¿No te convenía también a ti tener misericordia de tu consiervo, como también yo tuve misericordia de ti? Entonces su señor, enojado, le entregó a los verdugos, hasta que pagase todo lo que debía. Así también hará con vosotros mi Padre celestial, si no perdonareis de vuestros corazones cada uno a su hermano sus ofensas.
Un detalle significativo en esta ilustración de nuestro Señor, es la gran diferencia de la deuda de diez mil talentos que le fue perdonada a aquel siervo malvado por parte del rey. Según los datos de equivalencia ascendían a una cantidad de 330 millones de gramos de plata, en comparación con el adeudo de cien denarios que este no quiso perdonarle a su consiervo, lo cual es equivalente a solo 390 gramos de plata. Ver detalles al final del tema.
Esto simboliza de manera muy enfática la gran diferencia de la deuda que Dios nos ha perdonado a cada uno de nosotros, solo por su gracia divina, cuando estábamos hundidos en nuestros pecados, en comparación a las ofensas que pueda habernos hecho cualquiera de nuestros semejantes, a quien a veces no estamos dispuestos a perdonar de todo corazón.
Lo más grave del caso reflejado en esta parábola, es que aquel rey, enojado por la actitud de su siervo, lo entregó a los verdugos hasta que pagara el último centavo; mientras que nosotros muchas veces nos comportamos como si no le diéramos importancia a la advertencia expresada por nuestro Mesías al final de este pasaje, en la que nos dice: "Así también hará con vosotros mi Padre celestial, si no perdonareis de vuestros corazones cada uno a su hermano sus ofensas."
Consideremos ahora los pasajes siguientes:
51Efesios capítulo 4: versículos 31 y 32: "Toda amargura, y enojo, e ira, y voces, y maledicencia sea quitada de vosotros, y toda malicia: 32Antes sed los unos con los otros benignos, misericordiosos, perdonándoos los unos a los otros, como también Dios os perdonó en Cristo [el Mesías]."
51Colosenses capítulo 3: versículos 12 y 13: "Vestíos pues, como escogidos de Dios, santos y amados, de entrañas de misericordia, de benignidad, de humildad, de mansedumbre, de tolerancia; 13Sufriéndoos los unos a los otros, y perdonándoos los unos a los otros; si alguno tuviere queja de otro: de la manera que Cristo [el Mesías] os perdonó, así también hacedlo vosotros."
Véanse además, las sugerencias del apóstol Pablo en 51Romanos capítulo 12: versículos 19 al 21, las cuales son fundamentales para la vida del creyente.
Para concluir con nuestro tema acerca del perdón, consideremos la recomendación de nuestro Señor Yeshúa, según el siguiente pasaje de las Escrituras:
51Mateo capítulo 5: versículos 23 al 25: "Por tanto, si trajeres tu presente al altar, y allí te acordares de que tu hermano tiene algo contra ti, 24Deja allí tu presente delante del altar, y vete, vuelve primero en amistad con tu hermano, y entonces ven y ofrece tu presente. 25Concíliate con tu adversario presto, entre tanto que estás con él en el camino; porque no acontezca que el adversario te entregue al juez, y el juez te entregue al alguacil, y seas echado en prisión."
Testimonio del autor: Quiero dar este testimonio como una viva y maravillosa experiencia de las exigencias de Dios acerca del perdón: Alrededor del año 1996 yo recibí una ofensa de parte de un hermano de la Iglesia que me afectó fuertemente, debido a que yo lo consideraba como un amigo de la familia y aunque después de eso lo seguí tratando, lo hacía solo por formalidad, porque para mí, nuestra amistad había perdido su verdadero efecto.
Pasaron solo unos meses de aquel incidente, y mi hija menor se enfermó con una crisis depresiva que la llevó a un estado tan crítico, que ni los somníferos más fuertes la ayudaban a dormir. Inmediatamente yo oré a Dios por su salud, conforme a lo que nos enseñan las Escrituras, porque en 1981 yo había orado por ella debido a que padecía de ataques de epilepsia por más de cuatro años y se había sanado instantáneamente, hasta el día de hoy por la gracia de Dios. Pero en esta segunda ocasión el Señor no la sanó. Y aunque oré por ella una y otra vez y luego oró también otro hermano de muy buen testimonio, tampoco se sanó. Entonces entendí que algo andaba mal en mis relaciones con Dios. Consulté con una anciana fiel y distinguida de mi Iglesia, a través de la cual yo sabía que el Señor me respondería, aunque ella estaba ajena a mi caso por cuanto vivíamos en diferentes estados del país. Él permitió que ella me viera a través de una significativa revelación, como a un niño hablando con su padre, donde yo le reclamaba porqué Él no escuchaba mis oraciones como antes, ni había sanado a mi hija, y Él me dijo: “Porque tú ya no eres con tu hermano como antes, porque en tu corazón no lo has perdonado; así que ve y busca a tu hermano, perdónalo, ámalo y vuelve a ser con él como eras antes, si tú quieres que te sane a tu hija”. Y concluyó diciendo: “Y tú tienes la última palabra.”
Lo cierto es que inmediatamente yo busqué a aquel hermano, lo perdoné y nos reconciliamos. Al día siguiente mi hija estaba completamente bien hasta el día de hoy, por la gracia de Dios.
Apreciado estudiante, tal vez estas palabras resulten demasiado fuertes para algunos, pero la realidad en este caso es solo una, y ella revela el sentir de Dios a través de su Santa Palabra. Y ese sentir es que tenemos que perdonar a nuestros semejantes, cualquiera que sean sus ofensas, de otra manera la resolución divina es que, si no lo hacemos, tampoco Él nos va a perdonar nuestras ofensas. De hecho, para algunos resulta difícil tener que perdonar a su ofensor cuantas veces este venga a pedírselo. Pero si a alguno le parece demasiado esto, tenga presente que el Señor le puede exigir como me lo exigió a mí, que, aunque el agraviante no venga a pedir perdón, nosotros tengamos que ir donde él y perdonarlo de manera espontánea.
Yo en lo particular he tenido la maravillosa experiencia de no volver a sentir ni el más mínimo rasgo de rencor o resentimiento por la ofensa pasada.
Aunque evidentemente, este no sea el caso común de un ofensor indolente e indiferente, por cuanto Dios mismo abogó por él, no obstante, cualquiera que sea la situación nosotros debemos estar dispuestos a perdonar de la misma manera que Dios nos perdonó en su Hijo el Mesías, a través de su sacrificio expiatorio en la cruz del Calvario, únicamente por gracia, sin que aun nosotros hubiésemos dado muestra alguna de arrepentimiento.
Mi sugerencia, por lo tanto, es que nadie permita que el orgullo, el odio o el rencor le impidan el perdón divino y el derecho a una eternidad verdaderamente feliz. ¡Que la gloria sea para Dios!
DETALLES
Según el Diccionario Griego–Español del Nuevo Testamento, el talento del tiempo de Yeshúa, era de 33 kilogramos. = 33,000 gramos de plata; por lo cual, diez mil talentos sería igual a 10,000 multiplicados por 33,000 = trescientos treinta millones de gramos de plata.
Sin embargo, un denario en el tiempo de Yeshúa, según los datos contenidos en juntadeandalucia.es, era igual a 3. 9 gramos de plata, por lo cual, 100 denarios, sería igual a 100 x 3. 9 = 390 gramos de plata. Para ver los detalles solo toque este enlace.
Escuche a Claudia de Colombia con una alabanza alusiva al tema. Para ello solo toque este enlace.