Divinidad del Mesías y del Espíritu Santo
Para la mejor comprensión de este tema, iniciaremos nuestro estudio tomando en cuenta en primer lugar, los detalles acerca de la divinidad de Jesucristo y del Espíritu Santo.
Veamos lo que nos dicen los siguientes pasajes bíblicos acerca de Jesucristo:
Is. 9: 6: "Porque un niño nos es nacido, hijo nos es dado; y el principado sobre su hombro: y llamaráse su nombre Admirable, Consejero, Dios fuerte, Padre eterno, Príncipe de paz."
1Jn. 5: 20: "Empero sabemos que el Hijo de Dios es venido, y nos ha dado entendimiento para conocer al que es verdadero: y estamos en el verdadero, en su Hijo Jesucristo. Este es el verdadero Dios, y la vida eterna."
Tit. 2: 13: "Esperando aquella esperanza bienaventurada, y la manifestación gloriosa del gran Dios y Salvador nuestro Jesucristo."
Ro. 9: 5: "Cuyos son los padres, y de los cuales es Cristo según la carne, el cual es Dios sobre todas las cosas, bendito por los siglos. Amén."
Col. 2: 8, 9: "Mirad que ninguno os engañe por filosofías y vanas sutilezas según las tradiciones de los hombres, conforme a los elementos del mundo, y no según Cristo: Porque en él habita toda la plenitud de la divinidad corporalmente."
El apóstol Pedro, en su epístola a la Iglesia hace la siguiente declaración: Simón Pedro, siervo y apóstol de Jesucristo, a los que habéis alcanzado fe igualmente preciosa con nosotros en la justicia de nuestro Dios y Salvador Jesucristo. (2Pe. 1: 1).
62Según San Agustín, el mismo fue creado por los apologistas cristianos para diferenciar nuestra Divinidad de las divinidades paganas. Por ende, esto deja claro que cuando las Escrituras del Nuevo Testamento se refieren a ellos como divinos, no aluden a otra divinidad, sino a la misma de Dios el Padre del cual ellos proceden como esencia suya.
Antes de iniciar el análisis de los pasajes leídos quiero recordar a los estudiantes, la lección No. 2 acerca de la inspiración divina conferida a las traducciones de la Biblia a otros idiomas, donde señalé al final del tema, la necesidad de comparar algunas palabras y expresiones a la luz del texto en los idiomas originales.
Lo cierto es, que las interpretaciones teológicas relacionadas con el Hijo y el Espiritu Santo, tuvieron que ver esencialmente con el concepto de su divinidad. Por otro lado, las concepciones establecidas por la Iglesia al respecto, hasta el siglo V estuvieron basadas en los idiomas griego y latín, por cuanto el español tuvo su proceso de formación entre los siglos VI al X d. C. Por lo cual, todo lo que nosotros recibimos de ellos se lo hemos atribuido a “Dios”.
Pero evidentemente, la traducción correcta de las terminologías hebreas y griega, de referencia, no aluden absolutamente a Dios, sino a una entidad divina. Cuando el término se traduce de acuerdo con la entidad correspondiente, todo está bien. Pero si lo traducimos como Dios, sin que haga alusión al Ser Supremo, estamos haciendo referencia a un politeísmo. Ver lo que dicen las Escrituras en 1Ti. 2: 5 y Jn. 17: 3.