LECCIÓN NÚMERO 47

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LECCIÓN NÚMERO 47 EL ACTO DE LA REDENCIÓN


Cumplido el tiempo en que Jesucristo el Hijo de Dios, había de llevar a cabo el trascendental acto de la redención, comenzó a declarárselo a sus discípulos. Veamos al respecto el relato de los siguientes pasajes bíblicos:


51Mateo capítulo 20: versículos 18, 19 y 28: "He aquí subimos a Jerusalem, y el Hijo del hombre será entregado a los príncipes de los sacerdotes y a los escribas, y le condenarán a muerte; 19Y le entregarán a los gentiles para que le escarnezcan, y azoten, y crucifiquen; mas al tercer día resucitará. 28Como el Hijo del hombre no vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos."


51Mateo capítulo 26: versículos 1 al 4: "Y aconteció que, como hubo acabado Jesús todas estas palabras, dijo a sus discípulos: 2Sabéis que dentro de dos días se hace la pascua, y el Hijo del hombre es entregado para ser crucificado. 3Entonces los príncipes de los sacerdotes, y los escribas, y los ancianos del pueblo se juntaron al patio del pontífice, el cual se llamaba Caifás; 4Y tuvieron consejo para prender por engaño a Jesús, y matarle."


Tomemos en consideración ahora el cumplimiento inmediato de estas predicciones de nuestro Señor, según los pasajes siguientes:


51Juan capítulo 18: versículos 1 al 8 y 12: "Como Jesús hubo dicho estas cosas, salióse con sus discípulos tras el arroyo de Cedrón, donde estaba un huerto, en el cual entró Jesús [Y] y sus discípulos. 2Y también Judas, el que le entregaba, sabía aquel lugar; porque muchas veces Jesús se juntaba allí con sus discípulos. 3Judas pues tomando una compañía, y ministros de los pontífices y de los Fariseos, vino allí con linternas y antorchas, y con armas. 4Empero Jesús, sabiendo todas las cosas que habían de venir sobre él, salió delante, y díjoles: ¿A quién buscáis? 5Respondiéronle: A Jesús Nazareno. Díceles Jesús [Y]: Yo soy. (Y estaba también con ellos Judas, el que le entregaba). 6Y como les dijo, Yo soy, volvieron atrás, y cayeron en tierra. 7Volvióles pues, a preguntar: ¿A quién buscáis? Y ellos dijeron: A Jesús Nazareno. 8Respondió Jesús: Os he dicho que yo soy: pues si a mí buscáis, dejad ir a éstos. 12Entonces la compañía y el tribuno, y los ministros de los Judíos, prendieron a Jesús y le ataron."


Según la continuidad del relato descrito por 51Mateo en el capítulo 26: versículos 57 al 68 de su libro, después que ellos prendieron a Jesús, le llevaron a Caifás pontífice, donde los escribas y los ancianos estaban juntos. Y los príncipes de los sacerdotes, y los ancianos, y todo el consejo, buscaban falso testimonio contra Jesús, para entregarle a la muerte; y no lo hallaron, aunque muchos testigos falsos se llegaban; mas a la postre vinieron dos testigos falsos, que dijeron: Este dijo: Puedo derribar el templo de Dios, y en tres días reedificarlo. Y levantándose el pontífice, le dijo: ¿No respondes nada? ¿qué testifican éstos contra ti? Mas Jesús callaba. Respondiendo el pontífice, le dijo: Te conjuro por el Dios viviente, que nos digas si eres tú el Cristo, Hijo de Dios. Jesús le dijo: Tú lo has dicho: y aun os digo, que desde ahora habéis de ver al Hijo del hombre sentado a la diestra de la potencia de Dios, y que viene en las nubes del cielo. Entonces el pontífice rasgó sus vestidos, diciendo: Blasfemado ha: ¿qué más necesidad tenemos de testigos? He aquí, ahora habéis oído su blasfemia. ¿Qué os parece? Y respondiendo ellos, dijeron: Culpado es de muerte. Entonces le escupieron en el rostro, y le dieron de bofetadas; y otros le herían con mojicones, diciendo: Profetízanos tú, Cristo, quién es el que te ha herido. El evangelista concluye el relato diciendo: Y venida la mañana, entraron en consejo todos los príncipes de los sacerdotes, y los ancianos del pueblo, contra Jesús, para entregarle a muerte. Y le llevaron atado, y le entregaron a Poncio Pilato presidente. 51(Mateo capítulo 27: versículos 1 y 2).


Veamos ahora a Jesús ante Pilato, según la narración del apóstol Juan:


51Juan capítulo 18: versículos 29 al 32: "Entonces salió Pilato a ellos fuera, y dijo: ¿Qué acusación traéis contra este hombre? 30Respondiéronle y dijéronle: Si éste no fuera malhechor, no te lo habríamos entregado. 31Díceles entonces Pilato: Tomadle vosotros, y juzgadle según vuestra ley. Y los judíos le dijeron: A nosotros no es lícito matar a nadie: 32Para que se cumpliese el dicho de Jesús, que había dicho, dando a entender de qué muerte había de morir."


51Juan capítulo 19: versículos 1 al 7: "Así que, entonces tomó Pilato a Jesús, y le azotó. 2Y los soldados entretejieron de espinas una corona, y pusiéronla sobre su cabeza, y le vistieron de una ropa de grana; 3Y decían: ¡Salve, Rey de los judíos! y dábanle de bofetadas. 4Entonces Pilato salió otra vez fuera, y díjoles: He aquí, os le traigo fuera, para que entendáis que ningún crimen hallo en él. 5Y salió Jesús fuera, llevando la corona de espinas y la ropa de grana. Y díceles Pilato: He aquí el hombre. 6Y como le vieron los príncipes de los sacerdotes, y los servidores, dieron voces diciendo: Crucifícale, crucifícale. Díceles Pilato: Tomadle vosotros, y crucificadle; porque yo no hallo en él crimen. 7Respondiéronle los judíos: Nosotros tenemos ley, y según nuestra ley debe morir, porque se hizo Hijo de Dios."


El relato de la vida y martirio de Jesucristo, aparece narrado en cuatro libros del Nuevo Testamento, por cuatro autores diferentes y algunos de ellos narran hechos que otros no mencionan. Esto es a lo que se le llama apoyo involuntario entre testigos, o sea, es una declaración soportada involuntaria por un testigo ocular que da detalles que el otro testigo omitió. Debido a ello, me ha parecido bien tomar parte de la descripción de más de un libro, con el fin de que nuestro estudio resulte más enriquecido, aunque parte de algunas historias se repitan. En esta parte de la descripción de los hechos, es Mateo quien toma nuevamente su lugar en la narrativa y dice que, viendo Pilato que nada adelantaba, antes se hacía más alboroto, tomando agua se lavó las manos delante del pueblo, diciendo: Inocente soy yo de la sangre de este justo: veréislo vosotros. Y respondiendo todo el pueblo, dijo: Su sangre sea sobre nosotros, y sobre nuestros hijos. Entonces les soltó a Barrabás: y habiendo azotado a Jesús, le entregó para ser crucificado. Entonces los soldados del presidente llevaron a Jesús al pretorio, y juntaron a él toda la cuadrilla; y desnudándole, le echaron encima un manto de grana; y pusieron sobre su cabeza una corona tejida de espinas, y una caña en su mano derecha; e hincando la rodilla delante de él, le burlaban, diciendo: ¡Salve, Rey de los judíos! Y escupiendo en él, tomaron la caña, y le herían en la cabeza. Y después que le hubieron escarnecido, le desnudaron el manto, y le vistieron de sus vestidos, y le llevaron para crucificarle. Y saliendo, hallaron a un Cireneo, que se llamaba Simón: a éste cargaron para que llevase su cruz. Y como llegaron al lugar que se llama Gólgotha, que es dicho, el lugar de la calavera, le dieron a beber vinagre mezclado con hiel; y gustando, no quiso beberlo. Y después que le hubieron crucificado, repartieron sus vestidos, echando suertes: para que se cumpliese lo que fue dicho por el profeta: Se repartieron mis vestidos, y sobre mi ropa echaron suertes. Entonces crucificaron con él dos ladrones, uno a la derecha, y otro a la izquierda. Y los que pasaban, le decían injurias, meneando sus cabezas, y diciendo: Tú, el que derribas el templo, y en tres días lo reedificas, sálvate a ti mismo: si eres Hijo de Dios, desciende de la cruz. De esta manera también los príncipes de los sacerdotes, escarneciendo con los escribas y los Fariseos y los ancianos, decían: a otros salvó, a sí mismo no puede salvar: si es el Rey de Israel, descienda ahora de la cruz, y creeremos en él. Confió en Dios: líbrele ahora si le quiere: porque ha dicho: Soy Hijo de Dios. 51(Mateo capítulo 27: versículos 24 al 35 y 38 al 43).


51Lucas capítulo 23: versículos 39 al 46: "Y uno de los malhechores que estaban colgados, le injuriaba, diciendo: Si tú eres el Cristo, sálvate a ti mismo y a nosotros. 40Y respondiendo el otro, reprendióle, diciendo: ¿Ni aun tú temes a Dios, estando en la misma condenación? 41Y nosotros, a la verdad, justamente padecemos; porque recibimos lo que merecieron nuestros hechos: mas éste ningún mal hizo. 42Y dijo a Jesús: Acuérdate de cuando vinieres a tu reino. 43Entonces Jesús le dijo: De cierto te digo, que hoy estarás conmigo en el paraíso. 44Y cuando era como la hora de sexta, fueron hechas tinieblas sobre toda la tierra hasta la hora de nona. 45Y el sol se obscureció: y el velo del templo se rompió por medio. 46Entonces Jesús, clamando a gran voz, dijo: Padre, en tus manos encomiendo espíritu. Y habiendo dicho esto, espiró."


Mateo ofrece una información más amplia de los fenómenos ocurridos en relación con el relato de Lucas; dice que Jesús, habiendo otra vez exclamado con grande voz, dio el espíritu. Y he aquí, el velo del templo se rompió en dos, de alto a bajo: y la tierra tembló, y las piedras se hendieron; y abriéronse los sepulcros, y muchos cuerpos de santos que habían dormido, se levantaron; y salidos de los sepulcros, después de su resurrección, vinieron a la santa ciudad, y aparecieron a muchos. Y el centurión, y los que estaban con él guardando a Jesús, visto el terremoto, y las cosas que habían sido hechas, temieron en gran manera, diciendo: Verdaderamente Hijo de Dios era éste. 51(Mateo capítulo 27: versículos 50 al 54).


Tengamos en cuenta, además, los dos siguientes pasajes:


51Juan capítulo 19: versículos 32 al 35: "Y vinieron los soldados, y quebraron las piernas al primero, y asimismo al otro que había sido crucificado con él. 33Mas cuando vinieron a Jesús, como le vieron ya muerto, no le quebraron las piernas: 34Empero uno de los soldados le abrió el costado con una lanza, y luego salió sangre y agua. 35Y el que lo vió, da testimonio, y su testimonio es verdadero: y él sabe que dice verdad, para que vosotros también creáis."


51Mateo capítulo 27: versículos 57 al 60: "Y como fue la tarde del día, vino un hombre rico de Arimatea, llamado José, el cual también había sido discípulo de Jesús. 58Este llegó a Pilato, y pidió el cuerpo de Jesús: entonces Pilato mandó que se le diese el cuerpo. 59Y tomando José el cuerpo, lo envolvió en una sábana limpia, 60Y lo puso en un sepulcro nuevo, que había labrado en la peña: y revuelta una grande piedra a la puerta del sepulcro, se fue."


Fue así como se llevó a cabo el acto de la redención por el pecado de la humanidad a través del sacrificio del Hijo de Dios.


Aunque no he expuesto todos los pormenores que se expresan en el relato sagrado acerca de este acontecimiento, al menos he tratado de ser lo más explícito posible para que los estudiantes tengan una idea de cuánto tuvo que padecer nuestro Mesías para redimirnos de la culpa del pecado. Él sufrió la muerte más cruel y deshonrosa que se pudiera aplicar a una persona. Sufrida solo por ladrones y grandes criminales en aquella época. Maldecida aun por la Palabra de Dios, según lo declara el pasaje siguiente:


51Gálatas capítulo 3: versículo 13: "Cristo nos redimió de la maldición de la ley, hecho por nosotros maldición; (porque está escrito: Maldito cualquiera que es colgado en madero)."


El reflejo que nos proporcionan estos pasajes bíblicos en relación con el ministerio de Jesucristo y las actividades detractoras del enemigo de Dios intentando frustrar a cada paso sus planes divinos, demuestra que Satanás no pudo vencer a Jesucristo, con las ofertas ostentosas y miserables a través de las cuales él se había conducido a sí mismo al caos del pecado y la destitución del Reino de Dios. Quiso entonces tratar de atemorizarlo con el vituperio y el martirio mismo. Así como entró en Judas para entregarlo, según 51Lucas capítulo 22: versículo 3 y 51Juan capítulo 13: versículo 27, fue él mismo el que indujo a los demás en cada acusación, en cada ofensa y en cada azote que recibió el Hijo de Dios. Detrás de cada martillazo sobre los clavos, es seguro que el Diablo descargaba toda su furia y su frustración al saber que había perdido su batalla. Hasta que el Redentor Divino fue alzado sobre la cruz, donde consumó la obra de la redención y dejó completamente derrotado al enemigo de Dios y de nuestras almas. Así culminó su victoria y la nuestra, con la resurrección de entre los muertos y su ascensión al cielo. De la misma manera que Él resucitó de entre los muertos, nos resucitará también a nosotros, y así como ascendió al cielo, nos levantará también a nosotros para reinar para siempre con Él, si solo nos acogemos a su plan divino de salvación y a sus promesas de vida eterna.


Las declaraciones de las Sagradas Escrituras, prueban que Jesucristo cargó toda maldición y culpabilidad del pecado del género humano. Él murió en lugar de los perversos y de los más horrendos criminales, así como de los simples pecadores. Para Él no hay excepción de personas, no importa la raza, el color, la escala social, las virtudes físicas o intelectuales. Él dio su vida preciosa por el inmenso amor que siente por la humanidad, para que todo aquel que en Él crea no se pierda, sino que tenga vida eterna.


Estimado estudiante, el dolor que causaron las terribles hincadas de las espinas en la frente del Hijo de Dios, el dolor que produjeron aquellos toscos y gigantescos clavos en las manos y los pies del Divino Maestro, la herida de la lanza que traspasó su costado, el maltrato y el vituperio que tuvo que sufrir el Redentor de nuestras almas y su muerte terrible en la cruz del Calvario, no fue ni será jamás un sacrificio en vano. Dios lo levantó de los muertos y lo ha sentado a su diestra dándole todo poder en el cielo y en la tierra, para que dé salvación y vida eterna a todo aquel que venga a Él arrepentido de sus pecados.

No importa cuán graves hayan sido estos, si la persona se arrepiente su perdón es seguro. Así dice su Santa Palabra:


"Venid luego, dirá Jehová, y estemos a cuenta: si vuestros pecados fueren como la grana, como la nieve serán emblanquecidos: si fueren rojos como el carmesí, vendrán a ser como blanca lana." 51(Isaías capítulo 1: versículo 18).


Como ejemplo vivo del cumplimiento de esta promesa divina y como una demostración de la fuerza de su amor y del gran poder de su actividad redentora, Jesucristo ejerció el perdón. No solo con el ladrón en la cruz, según 51Lucas capítulo 23: versículos 39 al 43, sino también con la mujer adúltera, según 51Juan capítulo 8: versículo 11. A quien salvó aun de la muerte, quizás en el momento más crucial de su vida cuando le dijo: “Ni yo te condeno; vete, y no peques más.” Por lo que cabe citar, en este caso, las palabras de un 8reconocido escritor de la literatura cristiana, las cuales refirió bajo el concepto de “El Veredicto,” y dice en su parte final:


Escucha. Escucha con toda atención. Él está hablando: «No te condeno». Y observa. Observa con mucha atención. Está escribiendo. Está dejando un mensaje. No en la arena, sino sobre una cruz. No con su mano, sino con su sangre. Su mensaje consta de una palabra: Absuelto.


Evidentemente, a Dios no le importa cuál sea tu condición. Si tú eres una persona honesta y decente o si eres un miserable y un pervertido. Dios te ama, así como eres. Él solo espera que tú creas en Jesucristo y lo aceptes como tu Salvador. Y Él se encargará de cambiar tu vida y hacer de ti con toda sencillez alguien tan digno y admirable como Él quiere que seas.


Ahora bien, ¿qué será de aquellos pecadores, que teniendo tan grande oportunidad de salvación no se acerquen al trono de la gracia para ser salvos por el Hijo de Dios? Claro está que para ellos no quedará otra alternativa, sino una severa sentencia que será pronunciada en el día del juicio final, entonces tendrán que pagar no solo por sus pecados, sino también por su actitud indolente ante el dolor y los sufrimientos del Hijo de Dios, el Mesías Divino. Cuya sangre derramada en la cruz es cual maravilloso río de aguas cristalinas que estará corriendo mientras haya un pecador que quiera ser limpio de sus pecados.


¡Oye, pecador, la voz de Cristo! Él te llama, quiere que vengas arrepentido y que comiences una nueva vida. Si tú no logras sentir el arrepentimiento, pero reconoces que lo necesitas, entonces ven a Jesús así mismo como estás, acércate al trono de la gracia y Él te proveerá todo lo que tú puedas necesitar para ser salvo.


Él quiere lavarte con su sangre preciosa, Él quiere darte vida eterna en gloria.

¿Hasta cuándo no atenderás a su llamado? ¿Hasta cuándo dejarás que sigan sangrando sus heridas y que se hagan más crueles y dolorosas las punzantes espinas que penetraron en sus sienes y los rústicos clavos que traspasaron sus pies y sus manos? Él espera por ti, acéptalo hoy que es día de aceptación, hoy que tienes vida, porque el mañana es incierto y no sabemos qué nos traerá.

¿Qué esperas pecador? Jesucristo quiere salvarte. ¡Ven prontamente! Él te espera con los brazos abiertos. Escuche las siguientes alabanzas alusivas al tema: Ruth Ríos. César Darío.

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