ORIGEN Y APROBACIÓN DEL LIBRO

A modo de introducción quiero especificar que, hasta el año 1987, Nuestra Iglesia copiaba las clases para nuestra Escuela Sabática, de un libro de doctrina de otra Iglesia diferente a la nuestra, porque aun no teníamos un libro de doctrina propio que respondiera a tales demandas. En 1988 el director de nuestro reciente seminario en aquella época, se interesó en que la comisión de maestros creáramos nuestras propias clases para la Escuela Sabática. Esta fue mi oportunidad para ofrecer mi modesto aporte con un pequeño manual de estudios bíblicos de carácter elemental creado por mí mismo para mis estudios en los hogares. Nuestro director lo aceptó y lo sometió a la revisión y aporte del consejo de maestros. Como resultado de ello, pudimos ofrecer ese aporte para la Escuela Sabática de 1988 y 1989. En esa fecha yo viajé con carácter definitivo para los Estados Unidos con mi folleto de estudios mejor enriquecido. Los años que le siguieron, el seminario continuó con esa obra, y fueron otros, con una mayor capacitación los que se mantuvieron en escena con el aporte de estudios más profundos hasta el presente. En mi caso personal, aunque he logrado un panorama más amplio en el contenido de mi modesto Manual, sin embargo, mi preferencia sigue siendo los estudios de carácter elemental, que es en realidad lo que requieren inicialmente los estudiantes bíblicos. Tal como usted lo pudo apreciar en mis expresiones de agradecimiento en la página correspondiente del libro, todos los apóstoles de la Iglesia me dieron su aprobación verbal. Esto incluye las palabras de aprobación del apóstol Miguel Rodríguez, según el testimonio que me transmitió nuestro hermano Supervisor Reinaldo Morasén cuando le mostró mi proyecto. Sin embargo, obtener una aprobación oficial del libro, por el Concilio Superior de Nuestra Iglesia, para mi sería algo inalcanzable. Pero honestamente, así como nuestros misioneros y miembros ungidos, no han necesitado nunca tal aprobación para impartir sus propios estudios bíblicos en los hogares, basados en los conocimientos doctrinales aprendidos de nuestra propia Iglesia, tampoco yo, como uno más de ustedes, creo que lo necesite en tales términos.

¡Que Dios lo bendiga!!!